Sunday, February 21, 2010

Ni el buen Hippie puede ayudarme














Un repentino dolor de cabeza me zarandeó por toda la casa. No estaba soñando, ni mucho menos me lo estaba imaginando, tampoco era la sobredosis de estupidez voluntaria en la que vivo día a día, ni mi soledad rutinaria.

Sólo fue un chispazo de energía cerebral, un tremendo pachangón de esos con sonido Polymarchs en mi cabeza. No pude dormir y sólo vinieron imágenes. Ese día lo entendí todo y fue como cuando vistes un traje de cuero negro y le das azotes en las nalgas al super yo.
Esto pone en tela de juicio el déjà vu intencional en el que vivo cotidianamente y no entiendo cómo me he permitido pasar años en ese loop infinito.

Conclusión: Descubrí que soy adicta a las cosas tontitas y a los chocolates y al flan.

Mañana haré cosas más tontitas. Pero me reconforta pensar que algún día tendré que construir algo verdaderamente maravilloso... mi Scarleth Ohara interior, me dice que lo haré mejor mañana. Ése es mi consuelo de tontos.

Y como tontos, hoy, le permito al libro que está nivelando el sofá reconfortarme en esta ocasión
Mateo 5:3-12. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.